Otro caso de
desaparición de la arquitectura, pero este vez no se opta por la ocultación
sino por el camuflaje. Ha buscado codearse con los árboles pero con la
presencia justa. Se trata de Mirror Cube, un cubo anclado al tronco de un árbol
y totalmente revestido de vidrio reflectante. La belleza está a su alrededor y
como tal la refleja en todo su esplendor.
Es un cubo prefabricado a partir de dos módulos para su posterior montaje in-situ, de 4 metros de lado, con una estructura ligera de aluminio y un revestimiento interior de madera de abedul. El árbol se estabiliza mediante cables de acero anclados al terreno y una película infrarroja evita que las aves choquen con el vidrio reflectante.

Se accede a través de un puente de 12 metros de longitud hecho de madera y cuerda, anclado a los árboles más próximos. Tiene capacidad para dos personas y consta de una cama doble, salón, baño y una pequeña terraza en la azotea.
Cuenta con seis ventanas distribuidas en todos sus frentes, ofreciendo una vista panorámica espectacular del bosque y del río Lule. Durante el día son imperceptibles y aparecen por la noche, con la luz interior, haciéndose presentes con sutileza.

Mirror Cube es una de las 24 habitaciones que ofrece el Tree Hotel, un hotel situado junto al pequeño pueblo de Harads, en el extremo noreste de Suecia, cerca del Círculo Polar Ártico. Cada habitación es única y está diseñada a medida por algunos de los arquitectos pricipales de Escandinavia. He elegido ésta, construida por los arquitectos suecos Tham & Videgård, por su belleza y el interés que me suscita esa presencia disimulada, que consigue integrar espacios habitables en el entorno con un impacto apenas perceptible.
Es un cubo prefabricado a partir de dos módulos para su posterior montaje in-situ, de 4 metros de lado, con una estructura ligera de aluminio y un revestimiento interior de madera de abedul. El árbol se estabiliza mediante cables de acero anclados al terreno y una película infrarroja evita que las aves choquen con el vidrio reflectante.

Se accede a través de un puente de 12 metros de longitud hecho de madera y cuerda, anclado a los árboles más próximos. Tiene capacidad para dos personas y consta de una cama doble, salón, baño y una pequeña terraza en la azotea.
Cuenta con seis ventanas distribuidas en todos sus frentes, ofreciendo una vista panorámica espectacular del bosque y del río Lule. Durante el día son imperceptibles y aparecen por la noche, con la luz interior, haciéndose presentes con sutileza.

Mirror Cube es una de las 24 habitaciones que ofrece el Tree Hotel, un hotel situado junto al pequeño pueblo de Harads, en el extremo noreste de Suecia, cerca del Círculo Polar Ártico. Cada habitación es única y está diseñada a medida por algunos de los arquitectos pricipales de Escandinavia. He elegido ésta, construida por los arquitectos suecos Tham & Videgård, por su belleza y el interés que me suscita esa presencia disimulada, que consigue integrar espacios habitables en el entorno con un impacto apenas perceptible.
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