Un mueble que surge como recuerdo de un antiguo
tabique y que fue diseñado para separar y a la vez conectar espacios,
permitiendo privacidad y permeabilidad. Por ello conecta la zona de estancia
del comedor y la zona de paso hacia la cocina, al mismo tiempo que las
delimita, permitiendo así a cada espacio tener su propia entidad.
Un mueble con dos caras: una hacia el distribuidor, de madera, horadada,
que dialoga con la caja roja del aseo de cortesía. Otra hacia el comedor, que
desaparece, convirtiéndose en todo un frente de espejos, que multiplica el
espacio y la luz y que esconde en su interior un pequeño secreto...
Fue diseñado para una reforma en el Barrio de Salamanca en 2011. Pertenece al proyecto Un capricho en la ciudad.
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